Eduardo está incrédulo con la elección de ella de quedarse junto a un hombre claramente descontrolado en lugar de acompañarlo. Recupera su compostura y le ofrece una sonrisa cortés.
– Rebecca, estoy a tu disposición si necesitas algo. – Eduardo concluye con una sonrisa y se aleja.
– ¿Qué diablos están haciendo? – Pregunta Christine.
– Estamos tratando de salvar nuestro matrimonio. – Responde Alex con indiferencia.
– Querido, estamos entre amigos. ¿Por qué no les dices que estás obsesionado conmigo y no me dejas ir? Alex se niega a firmar el divorcio. Nada nuevo, ¿verdad? Con Alex, siempre es así.
– Encontré a una mujer encantadora, ¿no es así? ¿Por qué dejarla escapar? Todo lo que tienes que hacer, Rebecca, es hablar conmigo, y tendrás mi permiso para irte, eso es todo. ¿No es demasiado complicado, verdad? Tú misma dijiste que eres inteligente, demuéstralo ahora, es la única forma de liberarte de mí. – Concluye con una sonrisa dirigida a ella.
– Ya te lo dije, eres simplemente demasia