ENAMORADA DEL JEFE
ENAMORADA DEL JEFE
Por: Mary Álvarez
CAPÍTULO 1

—¡Maldita sea!, ¿cómo es eso posible? 

—¿Puedes tranquilizarte hijo? Deja que tu hermano investigue, para eso él es el presidente de esta empresa. 

—¿Qué lo dejé? Ya a pasado 3 veces en los últimos dos meses, y recuerda que es el presidente porque yo renuncié a serlo, le cedí mi puesto para dejar un poco esta m*****a rivalidad que a nada bueno nos ha llevado, pero escúchame muy bien padre, si otro contrato es cancelado voy a interferir y ya tu sabes como, esta empresa también es mía y no pienso permitir que por negligencia de la gente, nos vayamos a la quiebra. — dió media vuelta y salió de la oficina de su padre.

—Andrew, espera… — Chase Lam uno de los mayores socios de la empresa quiso ir detrás de él, pero Demian Tremblay no lo permitió. 

—Déjalo Chase, sabes que mi hijo cuando se enoja no razona. 

—Lo sé — dijo este mirando todavía hacia la puerta. — Pero creo que Andrew tiene razón, estamos perdiendo clientes. 

Demian se frotó la cara con desespero, sabía que ambos estaban en lo cierto. 

—Lo sé, voy hablar con Declan, él como presidente tiene que hacer algo, o yo mismo junto con Andrew voy a interferir y a cortar cabezas. — Chase lo miró al rostro, el pobre hombre se veía cansado y estresado, estar en medio de sus dos hijos siempre, estaba volviéndolo más viejo al pobre hombre. 

Demian Tremblay era el dueño mayorista de “TREMBLAY GOLD CORPORATION” una empresa de capital abierto y fabricante de aviones, su sede central se encontraba en Canadá, sus productos eran unos de los mejores que había en el país. 

Sus productos principales eran crear aviones, locomotoras, vagones de ferrocarril y tranvías. 

Demian había luchado mucho por alcanzar todo lo que tenía, poco a poco fue incorporando socios a su empresa, había otorgado 40% para los que quisieran pertenecer a su empresa, ahí entró Chase Lam, que compró 20% de las acciones, y habían tres inversionistas más, uno con un 10% y los otros dos con 5% cada uno. Todos luchaban por mantener al punto máximo la empresa, y todo estaba perfecto, hasta hace dos años que Andrew Tremblay, el hijo de en medio, cedió su lugar como presidente a su hermano mayor, Declan Tremblay, la rivalidad que existía entre ambos se podía notar a simple vista.

—¿Ya Declan tiene nueva secretaria? — Demian negó con su cabeza, durante los dos años que Declan había estado de presidente, había tenido 12 secretarías, todas duraban 2 meses o quizás menos. — ¿No te extraña que las que agarran el puesto, simplemente se vayan? 

Demian se levantó de su asiento y se dirigió al pequeño bar que tenía en su oficina. 

—La verdad sí, pero tengo problemas más importantes que preocuparme porque las secretarías de mi hijo dejan el trabajo votado, lo más seguro es que terminan acostándose con Declan y él a no querer nada más con ellas se van, dejando el puesto. ¿Tienes alguien para el puesto? 

—Sí, quería saber si había una posibilidad que Kaelyn obtenga el puesto. 

—¿Tu hija regresó? — Demian se había hecho un buen amigo amigo de su socio, era un gran hombre además de responsable, sabía que tenía tres hijos, Zachary Lam que era el mayor de sus hijos, quién también trabajaba en la empresa, Kaelyn Lam que era la de enmedio y Noah Lam el menor de sus mayores tesoros. 

—Sí, al parecer su jefe anterior quiso abusar de ella, pensó que al Kaelyn estar en un país extranjero y sola se podía aprovechar de ella, con lo que no contaba es que la mujer sabe artes marciales, mandó al hombre al hospital. — Demian se echó a reír ante el último comentario de su amigo. 

—¡Vaya! Tu hija es una caja de sorpresas, pues yo me alegro que sea así y pueda defenderse, no sabes como he querido que Alyssa aprenda un poco y así pueda llegar a defenderse de cualquier peligro que pueda correr, pero mi hija no quiere entender. En fin — dijo con un suspiro — ¿Qué estudió tu hija? 

—Administración de empresas, secretariado ejecutivo, además de diseño publicitario, sabe hablar, español, portugués e italiano. — dijo con gran admiración. 

—Me encanta cuando hablas de tus hijos, se te ve muy orgullosos de ellos, ojalá se lleven bien. — dijo un deje de tristeza al recordar a sus hijos varones 

—Se llevan de maravilla y sí, estoy muy orgulloso de ellos, no te desanimes tus hijos son muy buenos hombres, el hecho de que tengan tanta rivalidad no significa que no se quieran, esa es su manera de ser, me has comentado que siempre fueron así. 

—Sí, tienes razón, dile a tu hija que puede empezar mañana mismo, Declan debe de tener un lío con tanto trabajo en presidencia. 

—De acuerdo, ahora iré a hablar con Andrew. — Demian asintió sin decir nada más Chase salió de la oficina en busca de Andrew Tremblay, él había aprendido a conocer al muchacho, lo apreciaba mucho, sabía que para estas fechas su humor se ponía peor que de costumbre. 

Chase se dirigió a una piso abajo de presidencia, Andrew era ahora el vicepresidente, pero con tal de no estar viendo a su hermano Declan, mandó a instalar su oficina en un piso donde no estuviera su hermano. Al llegar, Alba, la secretaría de Andrew se encontraba en su puesto. 

—Señor Lam, ¿En qué puedo servirle? — dijo con una gran sonrisa. Alba era una pelirroja hermosa, que a simple vista se podía notar lo enamorada que estaba de su jefe. 

—Vengo a hablar con Andrew, ¿está ocupado? 

—No señor, pero si está muy enojado, ¿igual quiere pasar? 

—Sí, no me da miedo — dijo riendo del mal chiste. — entraré sin avisar. — Alba solamente asintió con una sonrisa. 

Chase llamó tres veces y al no obtener respuesta alguna, decidió entrar, Andrew levantó la cabeza molestó al ver habían entrado sin su permiso, él no quería que nadie entrará, por eso simplemente no contestó, quería que la persona que estaba tocando se cansara y se fuera, pero al parecer no había sido así. 

—Deja de mirarme así, sabes que no me importa si me das permiso o no yo voy a entrar. 

—Quiero estar solo. 

—Andrew, hijo, a mi no me engañas. — Andrew suspiró y quitó su mala cara. — Sé la fecha en la que estamos, te conozco, deberías dejar ir el pasado. 

—No puedo, simplemente no puedo. Recuerda que yo la maté. 

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