Lucía, se queda sola, repitiéndose una y otra vez, que no debe llorar, que debe ser fuerte, pero sintiendo como poco a poco, comienza a derrumbarse. Pasaron unos quince minutos hasta que la puerta volvió a abrirse, dando paso a Peligro.
-Bien, veo que estás lista.
-No quiero hacer esto- dice con voz quebrada.
-Lo hemos conversado, no te resistas o será más difícil, hay muchos clientes hoy, muchos que podrían ser una buena opción y al menos no son violentos. Solo mantente lo más calmada posible.
-Me siento estúpida con todo este maquillaje, parezco una fulana- le dice y Peligro la observa en silencio.
-Hora de irnos, Lucía- la llama por su nombre- por favor, recuerda no estropearlo, el pellejo de ambos está en juego. De ti depende que Pantera, no nos asesine.
Subieron una planta y caminaron hasta un salón, de donde provenía una música, lenta, sensual, provocadora. Las piernas de Lucía, temblaron y sintió que se desmayaría.
-No podré. . . – su