El silencio que siguió a su petición fue acompañado por la mirada reprobatoria del jeque.
Con un movimiento de la barbilla, despidió a Raoul, no sin antes darle una palmadita en el hombro.
Cuando salió del pasillo, Maisie no se movió, esperando que él abriera la discusión.
- Deberías estar en tu cama.
Eso no es exactamente lo que ella esperaba oír. Especialmente no con ese tono seco y de desaprobación.
Dio unos pasos hacia adelante, con las manos en los bolsillos, y la miró impasible.
- Hay una cosa que no has olvidado: desobedecerme. Agregó más suavemente.
Congelada, Maisie tartamudeó unas pocas palabras indistintas y trató de aclarar.
- Quería hablar contigo.
- Hay que hablar.
Abrió la puerta de su izquierda sin apartar los ojos de ella.
Recuperando el aliento, Maisie caminó hacia la puerta y entró con cuidado, metiéndose un mechón detrás de la oreja.
El calor de su cuerpo varonil estaba a centímetros del suyo. No hacía falta darse la vuelta para saber que él acababa de cerrar la pu