Un ruido agradable llega a mis oídos cuando las ruedas del vehículo pisan las hojas secas de otoño que se desparraman en los bordes de la avenida. El chofer apaga el motor y se queda en su lugar. Sin ganas de sacar el celular, apunto mis ojos al reloj del auto y suelto un suspiro, acomodándome en el asiento y apoyando mi cabeza en la ventana.
No llueve como ayer y las calles se ven mucho menos desiertas, lo que lógicamente se debe al buen clima, el cual no es cálido ni veraniego, sino más bien fresco y mucho más agradable. La gente transita por las veredas vistiendo ropas formales en la mayoría de los casos, seguramente en camino al trabajo...y el tráfico sigue siendo notablemente abundante.
- ¿Se puede saber qué hacemos acá?
Emily: Necesito que veas algo y me digas lo que pensás.