El salón de la mansión Thornton estaba iluminado por candelabros de cristal que colgaban del techo como joyas suspendidas.
La fiesta de matrimonio de Isabel y Lord James era un espectáculo de elegancia. Las mesas estaban cubiertas con manteles de encaje y adornadas con flores frescas, mientras los invitados, vestidos con sus mejores galas, se encuentran entre risas y conversaciones animadas. La orquesta tocaba una melodía suave, y el sonido de las copas sé escuchan mientras brindan por los recién casados.
Pero para Isabel, todo esto era una fachada. Su corazón estaba ausente, sus pensamientos constantemente dirigidos a Daniel, el hombre que amaba y que ahora estaba muerto.
Isabel, con su hermoso vestido blanco y su cabello cuidadosamente arreglado, se movía entre los invitados con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. Cada palabra de felicitación y cada deseo de felicidad eran como cuchillos en su corazón. Sabía que su matrimonio con Lord James no era más que una prisión, una vida q