Diario de Isabel
15 enero de 1842
Hoy el aire se sentía pesado en la mansión, como si el tiempo se hubiera detenido en un momento de pura angustia. Estaba sentada frente al espejo de mi habitación, observando mi propio reflejo con mucha tristeza.
Los moretones en mi rostro y los cortes en mis labios eran un recordatorio constante de todo el sufrimiento que día a día soporto bajo yugo de James.
Las marcas de su brutalidad no solo estan en mi piel, sino también en mi alma.
Intento mantener la compostura, pero por dentro me mi alma muere lentamente.
Me e convertido en una sombra de lo que había sido. Estoy atrapada en un ciclo de violencia que parece no tener fin, y cada día me siento más y más atrapada, sin esperanza de escape.
El sonido de pasos acercándose a la puerta de mi habitación me sobresaltó. Me levantó rápidamente, temiendo que fuera James, pero cuando la puerta se abrió, no era él quien estaba al otro lado. Edward, mi hermano mayor, apareció en el umbral, su rostro