Con receta en mano el CEO salió con su mujer tal como llegó, con ella en brazos, solo que ahora la miraba de forma diferente, la sabía embarazada y le causaba mucha ternura, esta era la segunda vez que recibía la misma noticia, y tal como aquella vez que sintió una enorme dicha interna. Sería padre de nuevo.
Está vez la subió a la parte trasera, puso su cabeza en un pequeño cojín que tenía en la cajuela, de camino surtió la receta y por fin llegó a la villa, apenas bajó y entró al recibidor, tres pequeños ya vestidos en abrigadores pants, lo rodearon mientras lo bombardeaban con preguntas.
— ¡Papá, mamá! ¿Qué le pasa a mamá? ¿Ella está enferma? — El pequeño Alexandro preguntaba ya a punto de llorar.
— ¿Qué tiene ella, papá? ¿Mamá va a estar bien? — El pequeño Aleksey también se notaba angustiado.
— Mamá está bien, solo está dormida, la llevaré a la habitación para que descanse, Alexander, lleva a tus hermanos a la sala de estar, yo bajaré pronto para hablar con ustedes.
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