Bosco no salió al jardín, porque Cecilia se dirigía hacia la casa principal.
Enrique no la había seguido, pero sus ojos se habían posado en Cecilia, y Bosco, siendo el hombre, pudo ver la inusitada emoción en sus ojos.
Entrecerró los ojos, muy descontento, intentó calmarse.
Criz, Héctor, y Enrique… Ya tenía muchos rivales…Le dolía la cabeza.
En cuanto Cecilia entró por la puerta, vio a Bosco allí de pie, y la comida en la mesa seguía igual que cuando salió antes. —¿Por qué estás ahí de pie si no vas a comer?
La tristeza en el rostro de Bosco era tan espesa que apenas podía contenerla: —¿Teniendo una agradable charla?
—Bueno —Cecilia no sabía por qué estaba enfadado otra vez, y no quería discutir con él, diciendo perfunctoriamente—, Sabrina es tu problema, no la tomes conmigo.
...
Cecilia no había comido mucho desde el almuerzo, y después de ser molestada una y otra vez, estaba hambrienta en este momento, y no quería adivinar por qué Bosco estaba realmente enojado.
Se sentó y siguió com