Bosco la estaba mordiendo.
Era un mordisco de verdad, un cosquilleo que salía de sus labios, el beso fue áspero y maniático, la otra mano en su cintura pasando con fuerza.
Su punta de su lengua barría de vez en cuando la base de la suya, y Cecilia se sentía incómoda, levantando la mano contra el pecho de él y empujándolo con fuerza.
Cuanto más se resistía, más feroz era el ataque que Bosco le infligía, y Cecilia mordió la punta de su lengua, viendo sangre al instante.
—Mmm.
El hombre gritó de dolor y la soltó.
La punta de su lengua pasó por sus labios, dejando una clara mancha de sangre en ella, y con su rostro impresionantemente bello, era casi como si el noble príncipe.
Bosco se frotó los labios con las yemas de los dedos, y enseño su dedo manchado de sangre a Cecilia, despreocupadamente dijo: —Mira, no solo no te has dejado seducir por mí, sino que además me has mordido, y estoy sangrando.
Cecilia se quedó sin habla.
—Y por tu aspecto, como que quieres abofetearme.
Empujó al hombre