Cecilia lo ignoró y se fue al baño, oyendo vagamente un golpe en la puerta, cuando salió, en la mesa se llenaba de comida y muchas bebidas: cerveza, vino, cócteles, etc.
Cecilia sintió que él no estaba aquí para tomarse un trago, estaba molesto por haber sido rechazado y quería usar este método para que la matara: si ella bebía estos diversos vinos con él, sería necesario llamar a una ambulancia para ella.
Bosco le mandó un mensaje a Javier: —[Se ha vuelto a cabrear.]
Javier: [Señor Borja, ¿ha vuelto a decir algo para enfadar a la joven señora?]
Podía sentir su pena a través de la pantalla.
Bosco frunció los labios: [No.]
Javier: [Señor Borja, si no sabe elogiar, o aprende a callarse, ¿vale?]
Bosco: […]
Tiró el teléfono a un lado molesto y giró la cabeza para ver a Cecilia de pie en la puerta del dormitorio, levantó la mano para presionar su frente, —¿Qué quieres tomar?
Cecilia puso los ojos en blanco: —¿Quiero beber tu sangre, vale?
El hombre se lo pensó y le entregó el brazo, —¿Neces