De hecho, Charity también se había despertado y el comportamiento de Chester la había sacado de quicio. “¿No saben llamar a la policía?”.

“Bueno, ¿quién se atrevería a llamar a la policía?”. El guardia de seguridad dijo: “Chester dijo que perderemos nuestro trabajo si alguien en el vecindario se atreve a llamar a la policía. Señorita Robbins, por favor resuelva este asunto en privado y no haga que esto se salga de control. No fue fácil para nosotros asegurar nuestros trabajos”.

A Charity le dolía la cabeza. Sin embargo, se puso su chaqueta, se paró y abrió la puerta principal.

El clima en la madrugada era bastante frío y el viento la hacía temblar.

El coche del culpable estaba estacionado en la entrada principal de su villa, y Chester estaba sentado en el coche descansando los ojos, con la ventana bien cerrada. Mientras tanto, tenía un altavoz que costaba unos diez dólares en el techo del lujoso coche valorado en unos cuantos millones de dólares.

Charity rechinó los dientes con od