Capítulo 03

Layla suspiró al cerrar la puerta de la habitación,estaba algo asustada por la reacción que tendrían los invitados al verla,el majestuoso vestido que su esposo le había regalado le quedaba a la perfección,parecía hecho para ella pero se sentía algo inquieta.

Bajó las escaleras y caminó hasta la enorme puerta donde su esposo la esperaba para abrir y entrar juntos,de seguro para demostrar a los invitados la grandiosa pareja que ambos formaban,Layla había practicado su sonrisa en el espejo durante un buen par de horas en la tarde,también la manera correcta de hablar con un socio de su esposo,practicó respiración para pasar por momentos incómodos si su esposo se ponía modo idiota.

—No te alejes demasiado de mí y recuerda las reglas del contrato.

Las reglas del contrato eran claras y casi todas en su contra,Layla varias veces se había negado a firmarlo pero cuando vió que las opciones para su familia se habían acabado no le quedó otra más que poner su firma sobre el papel.

—Lo sé,no tienes que estar repitiendo las reglas o el dinero que le das a mí familia una y otra vez.

La mujer cruzó los brazos por debajo de su busto y Henry apartó la mirada.

—No cruces los brazos y ten cuidado al sentarte—hizo que la mujer dejara de cruzar los brazos y recibió una mirada seria.

—Tu me dijiste que me pusiera este vestido—la esposa estaba mirando al hombre con el ceño fruncido.

—Ya lo sé—susurra.

—¿Entonces por qué te quejas?—susurra de igual manera mirándolo con el ceño fruncido.

—No creí que te quedaría tan vulgar—la chica abre la boca ofendida.

—Tengo con que rellenar esta pieza de arte,no como otros—la chica aún susurrando mira de arriba a abajo a su esposo.

Henry cubre sus partes mientras voltea hacia otra dirección.

Layla no era tan fácil de callar cuando algo no le gustaba.

Era algo más que el mayor había aprendido de su esposa,la primer cosa había sido que dormida hablaba en un idioma, para él, extraterrestre.

Caminó juntó a su esposo,saludando de forma cortés a los desconocidos que sé acercaban a ellos,fue en ese momento que Henry quedó embelesado al verla,ese vestido que había escogido al azar se veía tan perfecto en ella,resaltaba cada hermosa curvatura de ese esbelto cuerpo.

El hombre volvió en sí y tomó la mano de su esposa con una sonrisa mientras susurraba:

—Comportate y no dejes mi apellido en ridículo—Dejaron ir una risita los dos y Henry alzó su mano en saludo a uno de sus socios.

—No tienes que decírmelo,infeliz—Layla comenzaba a perder la paciencia con ese hombre.

Un señor regordete con cara de "yo no rompo un plato" se acercó a ellos,felicitando a Henry por tan bella mujer a su lado,Layla alzó las cejas en dirección a su esposo que la miraba serio.

La chica prácticamente sé reía en su cara cada que elogiaban lo bella y perfecta que era.

Henry la presentó con dulzura a una bella mujer de mediana edad que enseguida elogió a los recién casados con la bella pareja que formaban. Layla en su interior deseaba que todo eso fuera real,pero era más lista y no se dejaba engañar por su corazón con facilidad.

Nada en este matrimonio es real.

—Es una verdadera belleza—Layla agradece algo asqueada,la mirada del hombre era pervertida en su totalidad.

—Un verdadero tesoro—Henry besó la suave mano de la mujer y se despidió del hombre.

Alejando a la rubia de ahí,Henry era frío pero no podía dejar que pusieran sus manos sobre lo que era suyo,aunque fuera mediante un contrato Layla era SU esposa y debía cuidarla de ancianos asquerosos como ese.

—Me miraba de forma morbosa—le susurra a su esposo,él la mira como si estuviera loca.

—Es tu imaginación mujer—Layla negó,era estúpido de su parte creer que alguién como Henry la defendería o la haría sentir cómoda y segura a su lado.

Por su parte Henry buscaba un lugar alejado de esos invitados para poder estar tranquilo un rato.

—¿Donde están tus padres?—preguntó Layla al ver que sus suegros no se encontraban por ninguna parte.

—Negocios—dijo distraído sin darle mucha importancia.

—¿Qué negocios?—volvió a preguntar.

—Simples negocios,Layla—el corazón de la joven mujer se detuvo por una milésima de segundo para después bombear con fuerza.

El hombre que amaba desde hacía diez años había dicho su nombre de forma distraída,e incluso para la protagonista había sido hasta un poco tierno,sonrió pero borró su sonrisa al instante en cuando se dió cuenta de que el mayor la observaba con una ceja alzada.

—¿No extrañas a tus padres cuando no están?

—No,soy un adulto,puedo vivir sin ellos—contestó aburrido.

La mirada de la joven cambió y Henry pudo notar el pequeño cambio en sus ojos,pero no le prestó demasiada atención.

Henry se comportó bien con ella él resto de la noche,conversaciones tranquilas y preguntas que eran contestadas directas y sin muchas vueltas,hasta que el desconocido que bailó con Layla la noche de su boda,apareció.

La mujer había ido al baño cuando el chico de la noche anterior se paró junto a Henry,el protagonista rodo los ojos.

—La nueva esposa es bella pero no tan bella—Henry simplemente lo ignoró acostumbrado a sus idioteces.—Hay chicas más dignas de Henry Williams ¿por qué escoger a alguién como ella?

—¿Qué quieres decir?—preguntó con el ceño fruncido,sin mirar al hombre a su lado.

—No lo sé,tal vez una mujer que éste más—hizo una pausa mirando de arriba a abajo al hombre—a tu altura,sería lo ideal—sabía a lo que el chico se refería.

—Pudrete—dijo Henry con una sonrisa bebiendo de su copa de vino.

Layla observaba al desconocido,lo había reconocido como el hombre con el que bailó la noche de su boda.

Era un tipo alto y ojos hermosamente negros,vestía un traje negro de Armani que hacia resaltar su blanca piel.

Un tiempo después aquel desconocido se acercó a Layla en cuanto Henry la dejó sola en la mesa para ir a hablar con uno de sus socios,que lo estaba llamando desde hacía un buen rato.

—¿Quieres bailar?—preguntó con una radiante sonrisa.

Layla lo dudo por un momento,no estaba segura de hacerlo,ya su esposo había malinterpretado lo del baile en su noche de bodas y no sabía si al verla bailar nuevamente con este desconocido la gente comenzaría a hablar,pero el rubio sonrió mientras susurraba cerca de su oído.

—Ésta no sería nuestra primera vez—y la mujer se alejó del hombre al notar la gran cercanía.

Pero aceptó tomando la mano que seguía extendida en su dirección al ver que no se rendiría.

Al desconocido le resultó algo extraño lo familiarizada que Layla se encontraba con su ser,la mujer bailaba de una forma única y excelente,impresionando a todos los invitados con sus pasos de baile.

El vestido era demasiado revelador,dejaba ver con excelencia cada parte exquisita de aquel bello ser que meneaba las caderas con delicadeza e hipnótizaba con sus piernas a todo aquel que la viera.

Henry maldecia por lo bajo el haber comprado ese vestido.

—No debería haberlo elegido,habiendo tantos vengo a escoger el que mejor le queda—susurra para si mismo algo molesto.

—Deja de hablar solo y ve a buscar a tu esposa si tanto te molesta el verla con otro—la voz de su padre a sus espaldas lo hizo dar un pequeño y casi impredecible salto.

—¿De qué hablas?—se hizo el tonto mirando en otra dirección.—¿Terminaron sus negocios?

El hombre era bastante parecido a su hijo,bueno su hijo era bastante parecido a él,tenía él cabello oscuro y ojos azules,una mirada fría que se volvía cálida cuando entraba en contacto con los ojos verdes de su esposa,la mujer bailaba con el gato persa en brazos.

—El trato se cerró,lo importante es que tu madre está feliz—sonrió en cuanto la rubia lo saludo.

—No entiendo como pueden amarse,son tan diferentes—su padre se encogió de hombros.

—Ni yo hijo,ella es fría como el mismo hielo—ahora su padre miraba a su nuera—¿cuando me darán nietos?—Henry casi deja salir el vino que estaba tomando por la nariz.

—Padre eso lo tienen decidido ustedes.

El hombre observó a su hijo y colocó una de sus manos en el hombro ajeno.

—¿Acaso odias a esa mujer?—Henry negó.

—No puedo odiar a alguién que a duras penas conozco—volvió su vista a los dos jóvenes que bailaban con elegancia.

Había algo que sí odiaba y era que ese idiota pusiera sus manos sobre ella,sobre su pequeña cintura,que diera a sus manos el privilegio de tocar la piel de sus piernas gracias al maldito vestido que había escogido.

—Para la próxima fiesta que sea de disfraces y le compraré un disfraz de momia—susurra sin apartar la vista de esos dos.

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