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—Ah… Me dijeron que esto iba aquí –Michaela se giró y se encontró con Peter, que dejaba una caja de cartón que contenía objetos decorativos en el suelo.

Él se enderezó y la miró fugazmente, dispuesto a dar la vuelta para volver a irse.

—¿No te parece que es bonita? –preguntó ella mirando en derredor. Una de las paredes estaba vestida con un papel tapiz de líneas rectas de diferentes tonos de rosa, y la del frente, de un fucsia intenso. Las otras eran blancas y decoradas con cuadros.

—Sí, es muy bonita –susurró él, y Michaela se giró a mirarlo.

Peter era alto y delgado. Un poco demasiado delgado, tal vez. Tenía el cabello castaño oscuro liso y largo sobre la frente. Siempre había usado ese mismo peinado, como si no le gustara que le viesen la frente. En el momento sintió

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