Helena se fue a dormir y yo me quedé un rato ahí en el sofá, pensando en la vida y tratando de no pensar en Jonathan. Tenía miedo de pensar demasiado y descubrir lo que podría sentir por él. Después de un rato me dio sueño y me fui a la cama. Samantha todavía estaba despierta. Las luces estaban apagadas, pero me di cuenta de que estaba llorando.
- ¿Estás bien? – pregunté alisando su cabello en la oscuridad y sentándome a su lado en la cama.
- Helena fue muy dura conmigo.
Yo la abracé. Samantha no solía ser muy emocional y el hecho de que estuviera llorando significaba que estaba realmente lastimada y lastimada por dentro.
- No llores, Samantha. Estoy seguro de que Helena no pretendía hacer daño.
- La verdad duele tanto, Ari...
- Lo superarás, Samantha. Siempre fuiste una mujer fuerte.
- Amo a Jonathan. Esto no es una obsesión. Me duele que no crean en mis sentimientos, como si no fuera capaz de amar a un hombre. Me juzgas por mi pasado.
- No...
Le dije que no, pero en el fondo tenía r