En cuanto pongo un pie dentro de la cabaña, mi padre sale de mi habitación rápidamente y no con buena cara.
“¿Y ahora que le sucede?”
Salgo a la calle no tengo paz. Entro al interior de mi vivienda y tres cuartos de lo mismo, ¿a dónde tengo que ir para estar tranquilo?
—No tengo ganas de discutir —me adelanto a lo que sea que quiera decirme.
—Me importan tres rábanos lo que quieras Ruud — ¿Ya está cabreado? ¡Qué rápido es! —, me vas a escuchar.
—¿Y ahora qué quieres? —digo en un tono aburrido y dejándome caer en el puff frente a la butaca.
—¡A mí me respetas! —su voz es dura y sin ningún ápice de que se viera relajado — ¡Niño insolente! —murmura más para sí mismo —A mí me hablas adecuadamente que