Fabrizio
—Estaremos bien, Fabrizio—
—Solo cuídense Lunas —les digo cuando escucho un grito ensordecedor al otro lado de la batalla, se supone que yo iba a estar abajo, protegiéndolas, pero ahora algo llamaba mi atención y no podía dejarlo pasar.
—Ve —me dice Carmen, y yo no pierdo tiempo y corro.