Aníbal
—¡Basta, Aníbal! Tienes que dejar de chillar como un animal rabioso —me decía Alfa Pascal mientras me sostenía.
¿Acaso él creía que yo quería estar así, chillando como un desesperado? El dolor era tan fuerte y la herida me ardía que no podía controlarme, mi lobo lloraba desesperado.
—Ahora s