—¿Qué? —preguntó Zoe, sorprendida—. Repite eso.
—Nos casaremos el miércoles, y te estoy invitando a nuestra cena de compromiso mañana, también a nuestra boda —repitió Raquel.
Antes de irse a casa esa noche, Raquel pasó por el hospital para visitar a su madre, y al mismo tiempo, invitar formalmente a Zoe.
La boca de Zoe se abrió. Luego, se rio y exclamó emocionada. —¡Lo sabía! ¡Lo sabía!
Raquel estaba confundida por su reacción. Las cosas solo se aclararon cuando Zoe finalmente expresó sus pensamientos. —¡Sabía que la depilación brasileña haría maravillas, pero caramba! ¿Matrimonio? ¡Eso sí que no me lo esperaba! Debería conseguirme un hombre rápido, que me coma abajo y me pida matrimonio lo antes posible.
—¡Pffft! —Raquel no pudo evitar reírse histéricamente—. No, en realidad, no tuvo nada que ver con que me comieran. ¡Estamos enamorados!
—¡Oh, vamos! —Zoe hizo una cara tan divertida que Raquel siguió riendo, además, insistió. —¡Apuesto a que ayudó mucho. El jefe quedó encantado con tu