XXXII. Miedo

Tenía un sueño de esos que se ven como si se tuvieran los ojos entrecerrados, con la vista borrosa, pero con sensaciones muy vividas. Gilbert sentía perfectamente Charlotte estaba dormida cerca de él, con su cabeza sobre su estómago. Intentaba tomarla con la mano, musitando su nombre, pero despertó en la realidad de golpe, empujándose hacia adelante y viendo todo a su alrededor exaltado. Podía haber jurado que ella estaba allí con él hace unos segundos.

Volteó a todos lados buscándola sin éxito, dándose cuenta que estaba en su habitación predilecta de hospital. No tenía vías intravenosas insertadas en él, nada más que los sensores de ritmo cardiaco que reportaban un latido leve, mucho más leve que antes, pero constante. Se sintió débil y mareado por un momento ¿Cuánto tiempo habría pasado en ese estado?

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