Epílogo

Hoy veinte de enero del dos mil veintiuno, me encuentro fuera de mi VMW respirando el a veces bueno y malo aire de Manhattan parqueado frente a la funeraria The Angeluz, para despedirme de un gran hombre, el cual goza de mi respeto y amor incondicional: Darryl Pierce mi padre, el único que conocí, el único que me enseñó a ser un hombre verdadero y que luchó conmigo en contra de mis demonios, filias y perversiones, ese que cada vez que necesitaba un consejo, un abrazo o simplemente una sonrisa se encontraba detrás de mí cuidando

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