Capítulo XI

Al ingresar a la

cámara de torturas mi humor mejoró un poco, Cali se encontraba esperándome  como ordené: solo con un hermoso hilo de

encajes, palmas pegadas a las rodillas y sentada sobre sus talones con la

mirada en el piso ¡oh siii! Mi buen humor va en aumento,  ingreso y paso la mano por su cabeza colorada

¡si, bueno! Tengo debilidad por las pelirrojas y si son así de obedientes pues…

—¡Cali, ven aquí! –

y lo hace, viene hacia mi a
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