Cuando Elisa entró en la habitación, se encontró con su madre sentada frente al espejo, tranquilamente, haciendo una enorme trenza en el cabello, como si tuviera todo el tiempo del mundo.
— Madre, ¡por el amor de Dios! ¡Vamos al hospital ahora mismo! — dijo, casi arrancándole el cepillo de la mano.