Al llegar a casa, Saulo encontró a Lucía, que acababa de sacar una bandeja de pastel del horno. Él fingió ir hasta la nevera, tomó una botella de agua y aprovechó para sentarse a la mesa.
— ¿Podemos hablar un minuto, Lucía? — preguntó educadamente.
— Claro, señor — respondió.
A Lucía no le gustaba