— ¿Estás llegando recién? —Se sorprendió al ver a Ethan esperando, sentado en su escritorio.
— Sí, me retrasé un poco, lo siento.
Ethan no pudo dejar de notar que sus ojos estaban bastante hinchados, como si hubiera estado llorando.
— ¿Pasó algo?
— No, todo está bien.
— ¿Estás segura? —insistió.
— Sí, lo estoy. ¿Puedes salir de mi lugar? —pidió educadamente.
— Solo estaba sentado aquí porque te esperaba —se levantó.
— ¿Necesitas algo?
— Sí, quiero que visites un apartamento conmigo.
No quería salir con él, pero ese era su trabajo, debía acostumbrarse a estar cerca sin temer lo que pudiera pasar.
— Está bien.
Ethan llevó a Sofía a uno de los inmuebles más caros que pertenecían a la inmobiliaria, en una ubicación privilegiada, con vista panorámica y acceso directo al ático privado. Sin duda, ese apartamento debía valer millones de dólares.
— ¿Qué te pareció? —preguntó.
— Perfecto, me imagino cómo debe ser la vista desde aquí por la noche.
— Es espléndida —comentó—. Ya tenemos más de ocho