Destino o Casualidad
Destino o Casualidad
Por: Cristina López
1 Color rosa.

Jade Renger se despertó gracias a los constantes y fuertes golpes de la puerta de su cuarto, como cada día, sabía muy bien quién era.

— ¡Si no te levantas en este minuto no me culpes por lo que sucederá! — Magnolia grito a todo pulmón del otro lado.

Esta joven de 21 años se preguntaba muy a menudo si ella era hija realmente de aquella mujer, ya que parecía más una madrastra malvada que cualquier otra cosa, aun así, Jade nunca le decía nada, la respetaba y la quería, por lo menos su padre le había enseñado a no tener maldad en su corazón, mucho menos a guardar resentimiento.

Como cada día se preparó para ir a su trabajo, una cafetería que quedaba cerca de casa y gracias a lo que allí le pagaban, más lo que su padre le daba, al fin podría ir a la universidad, se sentía cada día más cerca de aquel sueño.

Cepillo una vez más su cabello rubio, mientras mordía su labio, trataba de ver la belleza que según su padre Isaías, poseía, pero no la encontraba, era rubia, como muchas jóvenes, tez blanca, como miles de mujeres, sus labios los sentía demasiado anchos, carnosos y hermosos decía su padre, pero para ella eran el objeto de burla de su mejor amigo y amor platónico Javier, solo bastaba con que pensara el nombre del joven, para caer en una espiral de sueños sin fin, donde cada realidad alterna la llevaba a los fuertes brazos de su amigo, quien era su vecino y con el que había crecido.

— Buenos días. — dijo canturriando como era su costumbre y su padre le dedico una enorme sonrisa blanca, Jade se preguntaba que quizás si hubiera sido hermosa, si hubiera nacido más parecida a su padre, quien era moreno, de pestañas abundantes, cejas marcadas y unos hermosos ojos grises, mientras los de ella eran verde… verde Jade.

— ¿Cómo amaneció la mujer más hermosa de la tierra? — dijo Isaías viendo el rostro de su hija.

— Bien, siempre que tú me esperes para darme un beso, será maravilloso mi despertar. — respondió dándole un beso en la mejilla a su padre y saliendo de la casa.

Hacía mucho tiempo que no desperdiciaba su tiempo en desayunar en aquel lugar, hacía unos meses que los celos de su madre la sacaban de sus casillas, aun se preguntaba qué tan retorcida tenía su mente aquella mujer que decía ser su progenitora, como cada vez que podía o veía un acto de cariño de padre e hija, ella se encargaba de arruinarlo.

— ¿En qué piensas, cenicienta con trompa? — la voz de Javier a su lado la trajo de nuevo a la realidad.

— En nada importante ricitos de oro. — le siguió el juego al muchacho que tenía su misma edad.

Javier era el sueño de muchas chicas, brazos fuertes, ojos claros que cambiaban según la luz del lugar, su cabello rizado que siempre llevaba desordenado le daba un aire de rebeldía, para Jade era único a sus ojos.

— Necesito que me dejes un espacio libre en tu ocupada agenda, pasare por ti al horario de salida.

— Claro.

Fue todo lo que pudo responder, era tonto sentir nervios, pero así era, ella lo conocía de toda la vida, y sin embargo solo bastaba aquellas palabras para alborotarla de sobre manera, fue así como las horas de trabajo se le hicieron eternas, hasta que al fin salió.

Se sintió un poco desilusionada cuando salió de su trabajo de medio tiempo y no lo vio, pero aun así lo esperaría, siempre, el tiempo que hiciera necesario.

Una persona disfrazada de oso panda toco su hombro, como acto reflejo Jade se dio vuelta y le sonrió, y el desconocido sin decir nada le regalo una caja de chocolates y unos hermosos globos rosados, con duda y sobre todo curiosidad, la joven los recibió, mientras el oso panda, que parecía ser mudo, le hacía señas para que abriera la caja de bombones, siguiendo las indicaciones Jade abrió la caja, para descubrir que cada bombón tenía una letra, formando la frese, ¿Quieres ser mi novia?, aun un poco aturdida levanto su rostro y la luz de una cámara la segó por un momento.

— ¿Papá? — dijo al no comprender que hacía Isaías allí, mientras su padre reía y el oso se despojaba de su cabeza.

— Sorpresa mi bella cenicienta y… ¿qué me dices? — Jade estaba muda, su corazón golpeaba contra su pecho, ¿acaso aún estaba soñando? Se preguntó.

— No es un sueño hija. — su padre la conocía, cada gesto, cada silencio, este hombre sabia a la perfección lo que su niña pensaba, su única hija y por la que daría la vida.

— Javier… esto. — Jade leía una y otra vez los chocolates, mientras su mente buscaba que fecha era, no quería caer en algún truco de día de inocentes.

— Jade… me estas asustando y la gente nos está mirando… dime que no me equivoque y que me quieres, como yo te quiero a ti. — la realidad la golpeo de lleno, Javier lo sabía, él sabía que ella lo quería.

— Si, si quiero ser tu novia. — respondió al fin al ver los ojos cubierto de miedo de su amigo, su amor, aquel que en ese momento dejaría de ser platónico y se convertiría en realidad.

Al momento que Javier la abrazo y beso, provocando que todo su ser se estremeciera, una luz anunciaba que estaban siendo fotografiados.

—Papá. — se quejó avergonzada la joven.

— Nada y no me puedes privar de esto, llevo el registro de toda las cosas importantes que mi niña ha hecho.

Así era Isaías, tenía cientos de álbumes de fotos de su niña, Jade naciendo, Jade abriendo sus ojos, Jade durmiendo, caminando, su primer diente, su primer golpe, su primer baño, su primer sonrisa, Isaías Renger era el mejor padre del mundo y eso a Magnolia la enloquecía.

— Tan ridículos como siempre, por lo menos ahora tendrás quien te consienta y dejaras a mi esposo tranquilo. — Jade miraba a su supuesta madre de pie en las escaleras, su padre le había terminado de contar como había organizado todo con Javier para sorprender a su pequeña, pero lo único que brillaba en los ojos verdes de Magnolia era odio y celos, hacia ella, su hija.

— ¿En verdad soy tu hija? — pregunto al tiempo que sus ojos se enrojecían, odiaba llorar por el desprecio de su madre, pero no lo podía evitar.

— Para mí desgracia. — respondió con fastidio la mujer.

Jade no lo soporto y subió las escaleras, directo a su habitación, mientras sus padres comenzaban a discutir, ella conocía muy bien lo que se dirían, Magnolia insinuaría que Isaías la veía con otros ojos y no como los de un padre, cosa que provocaba asco en Jade, que ella pudiera insinuar eso, e Isaías la acusaría de ser la peor de las madres, algo que era cierto al cien por ciento.

Tirada en la cama de su habitación, cubriendo su rostro con la almohada mientras las lágrimas caían, se propuso hacer lo que mejor sabía hacer, quitar todos los recuerdos amargos de aquel día y dejar solo lo bueno, lo importante, solo así su mundo era color de rosas.

Javier estaba calentando los restos de comida del día anterior, a lo largo de los últimos tres años había gastado todo el dinero que sus padres le habían dejado del seguro de vida, estaba sentado en el sofá de la sala, se preguntaba si su vida hubiera sido diferente si sus progenitores no hubieran muerto en ese accidente aéreo, seguro que no tendría que preocuparse por el dinero si ese fuera el caso, para su suerte, su mejor amiga y eterna enamorada, siempre lo ayudaba, pero ahora Jade estaba a punto de partir a la universidad y lo más probable seria que se olvidara de él.

— ¿Quién lavara mi ropa si ella se marcha? ¿Quién cocinara para mí si Jade se enamora de otro?

Eran las preguntas que golpeaban la mente del joven, entonces una idea llego a él, Javier sabía que su amiga estaba enamorada de él, y como no saberlo, si Jade era un libro abierto, sin embargo, siempre mantuvo su distancia, no quería perder lo único bueno que tenía en su vida, pero ahora la perdería, o dentro de unos meses, cuando ella partiera a la universidad.

— Es demasiado buena para un inútil como yo.

Se dijo una vez más, mientras caminaba a la cocina a dejar su plato, observo por la ventana y allí estaba ella, soñando despierta como cada noche, viendo el cielo nocturno por la ventana de su cuarto, era bonita, hermosa para ser precisos, y tenía esa alegría propia de ella, siempre sonreía, siempre viendo el lado positivo de todo.

—Jade.

Dijo el joven perdiéndose en su belleza una vez más, fue allí donde decidió dar el siguiente paso, él la quería, la conocía, pero sobre todo la necesitaba, no podía permitir que ella lo dejara solo, ya suficiente soledad tenía en su vida.

— Señor Isaías, quisiera hablar un momento con usted. — dijo saliendo al tiempo que su vecino sacaba la basura.

— Por supuesto, dime Javier, ¿Qué necesitas? — este hombre había sido un gran apoyo para el joven rubio, a pesar de que sus padres no se llevaban con los Renger, ya que Magnolia era una mujer insoportable, tanto padre como hija siempre lo apreciaron y cuando quedo solo, lo cuidaron.

— Yo... a mi… vera... — no sabía cómo decir aquello, estaba nervioso, había tenido novias, claro que sí, pero sabía que con Jade seria todo distinto, no sería algo de una noche, sería para siempre o Isaías lo mataría.

— Tranquilo niño, respira, recuerda lo que les he enseñado a Jade y a ti, el no a tu pregunta ya lo tienes, si ya te has preparado para lo peor, solo deja salir todo y espera, quizás tendrás un sí a tu favor.

Él debía reconocer que Jade tenía un buen padre, alguien que te llevaba a ser valiente, a levantarte sin importar los golpes de la vida, no podía evitar sentir un poco de envidia por la rubia de ojos verdes y grandes pechos.

— Quiero salir con Jade. — dijo de forma rápida, casi tropezando con sus propias palabras.

— Me parece perfecto, ¿irán al parque de diversiones? Sabes que ella es como una niña en el cuerpo de una adulta. — respondió mientras mostraba su destacable sonrisa blanca en el rostro moreno.

— No, no me refiero a salir a pasear… quiero que sea mi novia. — se atrevió a decir, sabía que quien quisiera llegar a la joven, primero debía pasar por la aprobación de su padre.

— Ya era hora hijo, llegue a pensar que la dejarías ir sin un compromiso que la haga regresar. — respondió el mayor dándole una palmada en el hombro.

— ¿Está de acuerdo entonces? — respondió de forma efusiva, sin poder creer su suerte.

— Todo lo que le cause felicidad a mi niña, solo te pido que confíes en ella, déjala ir a la universidad, no te interpongas entre sus sueños, después de todo, regresara cada fin de semana.

— Puede contar con ello.

— Bien, ahora cuéntame ¿cómo se lo pedirás? debo registrar eso. — dijo con entusiasmo Isaías.

Javier podría dormir tranquilo, él conocía muy bien a Jade, la joven nunca tuvo novio, siempre estuvo al pendiente de él, ahora que al fin serian novios, sabía muy bien que no lo engañaría y que ella volvería cada fin de semana, para cuando finalizaran sus estudios se casarían y por fin dejaría de estar solo, pero, sobre todo, no tendría que preocuparse por el dinero, el mundo de Javier prometía ser color de rosas en un futuro cercano.

Loan-Zhao de 24 años aparentaba ser el hijo adinerado de un empresario oriental, que hacía 5 años había llegado a Chicago para hacerse cargo de las empresas que allí tenía su familia, lo que nadie sabía o sospechaba era que todo era una falsa, la máscara perfecta para mostrar al mundo y lavar el dinero que EL TIGRE BLANCO generaba, ¿Quiénes eran el tigre blanco? Una de las organizaciones mafiosa más poderosa de Pais X, dirigida por Sug-Zhao,  el patriarca de este clan mafioso tenía tres hijos, Wang-Zhao de 26 años, era el mayor, pura fuerza bruta, tenía hielo en las venas y carecía de empatía alguna, para este hombre solo importaba él y nadie más, por lo que el anciano no estaba convencido de dejarle su lugar para que dirigiera todo, el segundo hijo de la familia era Loan-Zhao, un joven que a simple vista era delgado, sin saber que bajo su vestimenta solo eran músculos los que se veían, de una inteligencia y calma única, todo lo que la organización necesitaba, pero había un problema, Loan no quería asumir el puesto, huyo hace 5 años a Chicago con la excusa de estudiar y cuando terminó sus estudios se quedó dirigiendo las empresas allí, claro que el mayor motivo para no regresar del hombre se debía a una mujer, Susan Layen, y por ultimo estaba el menor, hijo de la segunda esposa del señor Sug-Zhao, Park- Shik Zhao, el joven de apenas 21 años no podría jamás tomar el lugar de su padre, al ser hijo de una concubina que luego se convirtió en esposa cuando Suki-Zhao la primer esposa falleció, no, no sería bien visto que él tomara el lugar de sucesor, pero de igual forma ya tenía un lugar designado en el TIGRE BLANCO, él sería el más leal empleado del próximo sucesor, por lo que el menor había viajado hacia 3 años a Chicago, para suplicarle a Loan que asumiera ser la cabeza del clan, algo que el joven se negaba a hacer.

— Por favor, hermano, si Wang asume ¿Cuánto crees que tardare en estar muerto? No quiero morir aun, soy muy joven. — dijo con preocupación el menor, quien siempre vestía pantalones de mezclilla y chaqueta de cuero, con un corte de cabello rapado a los lados y un poco más largo en el centro, daba la sensación de pertenecer a algún grupo peligroso, pero solo bastaba con hablar con él y todos descubrían que era un joven muy simpático y tranquilo.

— Nuestro hermano no sería capaz de atentar contra tu vida y ahora deja de llorisquear, padre te dio permiso para quedarte conmigo, por lo que te pondrás a estudiar.

El pequeño intercambio de palabras fue hace 3 años, cuando Park llego buscando refugio, lo que Loan no sabía es que el menor tenía una misión, convencerlo de asumir como cabeza del tigre blanco, pero sin importar nada y aun sabiendo que Wang despreciaba al bastardo, como lo llamaba a su hermano menor, Loan se mantuvo firme, él no quería ser un mafioso, solo quería casarse con Susan Layen.

— ¿A dónde vas? — pregunto Park.

— Tengo una cita con Susan. — dijo sonriendo Loan.

— Esa mujer no te ama, solo ama el dinero, se le ve en los ojos que algo oculta.

— Adiós Park, hoy no pienso discutir contigo.

Loan salió evitando tener otra discusión con su hermano, pero Park tenía algo importante que decirle, por lo que lo seguido.

— Espera Loan. — dijo mientras caminaba a su lado.

— ¿Y ahora qué?

— Tengo noticias de padre. — respondió un poco inquieto, lo que provocó que su hermano detuviera su caminar.

— Habla.

— Wang está aquí, llego ayer y quiere tomar el control de la empresa… — Park vio el brillo furioso en los ojos marrones de Loan y guardo silencio.

— Si Wang quiere trabajar que lo haga, pero no aquí, la central es solo mía. — de todas las empresas, la central era la más legal de todas y Loan no permitiría que su hermano arruinara eso.

— Bien, se lo informare, pero hay otra cosa. — Loan lo miro en silencio, odiaba cuando Park les daba suspenso a las cosas. — Se casa en seis meses. — dijo el menor y Loan sonrió.

— Magnifico, no entiendo porque no te alegras, si él se casa primero asumirá su lugar y quizás al tener una mujer deje de ser tan idiota. — dijo tratando de darle ánimo a su hermano menor, ya que sabía que Park realmente le temía al mayor.

— También arreglo un matrimonio para ti, dentro de un año.

Y ese fue el momento donde a Loan el mundo se le caía a pedazos, por el honor de su familia, si un matrimonio se arreglaba entre ancianos, solo quedaban una maneras de anularlo y que se mantenga el honor intacto, y eso era, cancelando el matrimonio un año antes y casarse de inmediato con otra persona, por lo que Loan si quería anular su matrimonio debía casarse inmediatamente con Susan Layen, pero el gran problema era que si él hacía eso, si se casaba antes que su hermano mayor, automáticamente pasaría a ser el nuevo líder del tigre blanco, esa era la costumbre, el primero en casarse es quien tomaba posición de jefe de la organización, Loan estaba entre la espada y la pared. Su padre había conseguido acorralarlo, cortando toda vía de escape, ya que el anciano sabía que estaba enamorado de una americana.

— ¿Me estás diciendo que me caso en un año con alguien que ni siquiera conozco, y sigo con mi vida y reputación intachable, o me caso con el amor de mi vida lo más pronto posible y asumo como el líder del tigre blanco? — pregunto casi a grito, aunque sabía muy bien la respuesta.

— Lo lamento. — respondió con verdadero pesar su hermano, no podría estar contento, aun si salvaba su vida al no caer en las garras de Wang, Loan siempre lo había tratado como un hermano verdadero, además era considerado y respetuoso con su madre Sakura-Shik.

Loan solo giro en sus talones y continuo su camino sin decir nada más, pero ya había tomado una decisión, él haría todo por su novia Susan, el amor de su vida.

Lo que había comenzado con la organización y planeación de una cena romántica de aniversario de 3 años de novios, paso a convertirse en la cena más importante de su vida, le pediría matrimonio a su novia, fue hasta una de las joyerías más importantes de Chicago y pidió que le mostraran los anillos de compromiso más exclusivos que tenían, fue así que se decido por un  modelo exclusivo de la línea Zabet, diseñado por la señora Candy Ángel,  un diamante de 10 quilates en forma de marqués que fue colocado horizontalmente en lugar de verticalmente y estaba rodeado por 30 diamantes más pequeños. Debido a que el anillo estaba engastado horizontalmente, tenía un aspecto antiguo, 2,5 millones de euros, le pareció un precio más que justo, el dinero no era problema para él.

Llego al restaurant antes de lo pautado y hablo con la joven que lo atendería esa noche.

— Buenas noches, señor, estaré a cargo de su mesa esta noche. —  la joven rubia de ojos tan hermosos como el jade, se presentó con una sonrisa, pero Loan vio tristeza y cansancio en ellos, puso tanta atención en esos ojos color Jade que no presto atención al nombre que llevaba en el uniforme.

— Buenas noches, hoy le propondré matrimonio a mi novia, quisiera que colocara esto en la copa del mejor Champan que tengan y que las traiga cuando se lo indique.

La joven que no era otra que Jade Renger asintió, y sus manos temblaron cuando vio semejante anillo, sabía que debía valer mucho, solo deseaba que la afortunada llegara pronto y así devolver tan preciado anillo.

Al fin luego de unas horas el corazón de Jade volvió a la normalidad, cuando el hombre asiático le hizo señas para que se acercara, tratando de no romper con el ambiente romántico que giraba en torno a ellos, dejo la copa que poseía el anillo dentro, y se dedicó, junto con sus compañeras, a soñar despierta, cada una de ellas matarían porque les pidieran matrimonio de esa manera.

— Susan Layen, hace tres años mi vida cambió radicalmente porque tú apareciste ante mí, eres todo lo que siempre soñé y brindo por ello. — dijo Loan viendo los ojos cafés de su pelirroja.

— Siempre tan romántico…— la mujer dejo de hablar al tiempo que levanto la copa y vio el costoso anillo dentro.

— ¿Qué dices amor? ¿Quieres ser mi esposa y…? — Loan aceptaría ser el líder de la mafia Pais X, el aceptaría cualquier cosa por Susan.

— No. — la seriedad que reflejaba aquella mujer en su rostro no le dejaba margen a la duda, no estaba sorprendida, ni confundida.

— ¿Qué? — respondió con la sorpresa que aquello le generaba.

—Lo lamento Loan, hoy pensaba decirte la verdad. — dijo la pelirroja mientras dejaba la copa en la mesa.

— ¿Qué verdad? — respondió aun aturdido.

— Soy una oficial encubierto, fue por eso por lo que me acerqué a ti, mis jefes creían que tenías algo que ver con el tigre blanco, pero en estos tres años de investigación pude ver que no es así, eres una persona maravillosa, mereces que te quieran, y no debes preocúpate por el malentendido, ya todo quedo claro, fue un error que te investigaran… — Loan la escuchaba, pero no podía procesar todo aquello.

— ¿No me amas? — pregunto lo único que le importaba.

— Te tengo cariño Loan, pero yo ya tengo un prometido. — Loan jamás hubiera esperado esa respuesta, la conocía hace tres años, la iba a visitar a su departamento casi a diario, le hacia el amor.

— ¿Cómo puedes estar prometida si…? — el hombre quería creer que era una broma, deseaba que así fuera.

— El entiende que mi trabajo es lo más importante, lo lamento Loan, espero que encuentres alguien que te pueda amar, no me busques, de Susan Layen no quedara nada a partir de hoy, mañana parto a otra misión, adiós.

La pelirroja de la que él se había enamorado no existía, ni siquiera sabía su nombre real, esa mujer solo estaba a tras el tigre blanco y si no lo pudo relacionar era porque él no quería saber nada con la organización, solo por su amor asumiría aquella responsabilidad, ¿y para qué? Lo habían engañado, tres años amando a alguien que no existía y todo por el tigre blanco. Si incluso le parecía una broma el haber creído que podía vivir en un mundo color rosa.

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