Capítulo 81.

El Jet de Anthony se movía a miles de metros de altura, mientras el dueño trabajaba sentado en una de las confortables sillas, con una copa de licor que dejó sobre la superficie, a un lado de su ordenador.

Nadie debía interrumpirlo cuando estaba con ese gesto en el rostro.

Era una ley no impuesta vocalmente, pero sí seguida como un mandato de los Dioses.

Ley que por supuesto, su esposa no iba a cumplir.

Llevaba un plato de comida para él y así cómo Anthony la obligaba a comer sus tres comidas diarias, ella también lo hacía alimentarse como era debido.

Le cerró el computador ante la atenta mirada de sus hombres a cierta distancia, y le sonrió como bonus. Con esa dulzura instalada en su rostro apuntó la comida.

—Aliméntate. —usó un tenedor para comenzar a comer lo suyo. —La inteligencia se va cuando el cuerpo no está bien cuidado, Liebling.

—Lo dices cuando te conviene. No cuando te hago comer. —señaló su esposo tomando el tenedor para acompañarla. —¿No estabas durmiendo? Dijiste
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