Varios médicos de nivel uno intentaron sucesivamente curar a Marco, pero sin excepción, ninguno pudo desbloquear los puntos vitales. Los que intentaron forzar el desbloqueo sufrieron el mismo destino que el doctor Castillo: no solo resultaron heridos, sino que empeoraron el estado de Marco.
Los médicos famosos enmudecieron, sin atreverse a hacer más alardes. Como Gabriel había dicho, nadie podía salvarlo. Lo que parecía un simple desbloqueo de puntos vitales había dejado impotentes a todos los expertos.
Viendo que Marco palidecía cada vez más y su respiración se debilitaba, Valentina y Mariana se angustiaban, sus rostros verdes de preocupación. —¿De verdad no hay nadie que pueda curar a Marco? —no querían creerlo. Gabriel era solo un inútil, ¿cómo podía ser tan grave el daño que causó, dejando impotentes a tantos médicos famosos?
—¡Deténganse! —viendo que a Marco apenas le quedaba aliento, Valentina finalmente estalló. No podían continuar... si seguían intentando, Marco moriría.
—¿Cómo