¡Pum!
El sonido nítido de una bofetada resonó en la sala privada. Era particularmente fuerte.
Sonia fue golpeada tan fuerte que casi se desmayó, y en su rostro apareció rápidamente una huella roja de cinco dedos.
—¡Mierda, zorra, ¡cómo te atreves a golpearme!
Hugo escupió con ferocidad en el suelo,