Adrian miró a su jefe, algo preocupado. No pudo evitarle algunas palabras para hacerlo sentir mejor:
—Señor, no se preocupe por eso, la señorita Orellana y Juan tal vez se fueron a jugar en secreto. No te preocupes, pronto los encontraremos.
Esa mentira solo serviría para engañar a un niño inocente