Nadia le ofreció a Oscar uno tras otro juguete de gran valor, con la esperanza de hacerlo feliz. Pero Oscar despreció por completo todos esos juguetes:
—Señora Valdés, gracias, pero mi mamá me dijo que no debo aceptar cosas de extraños.
Silvia se contuvo para no correr directo hacia ellos. Todavía