Cuando se encontró con los ojos claros y furiosos de Silvia, David realmente no podía creer lo que veía. ¡Ella no solo se parecía, era Silvia! No entendía por qué Silvia estaría allí para una cita a ciegas.
Antes de que pudiera reaccionar, Silvia le dijo enfáticamente a Eduardo: —Vámonos.
Eduardo pr