Cinco horas atrás…
—¡Debes estar jodiéndome! —brama con ojos centellantes.
Cierra los puños como si fuera un hombre a punto de una batalla, pero la ignoro, no me inmuto siquiera cuando comienza a berrear diciéndome lo imbécil que creé que soy.
—Cuida el tono con el que te diriges a mí, te recuerdo que soy tu maldito líder —tenso la mandíbula. La detesto.
Y el solo hecho de pensar que en algún momento de mi vida le metí la polla pensando que era Anelys