Me pierdo en sus ojos avellana, mi corazón sufre un pálpito desenfrenado y la adrenalina recorre todo mi torrente sanguíneo. Pierdo la cabeza cuando veo el bulto que se asoma por la tela fina de su bóxer y asiento sin pensar en las consecuencias.
—Eres hermosa…
—Soy virgen, solo sé amable…
Lenin me abre las piernas con sus rodillas dejando a la vista mi rosado y muy expuesto sexo, empuja las caderas para que sienta su potencia varonil, y me besa, me mete la lengua prácticamente hasta la garganta y gimo.
—No voy a follarte hoy, primero quiero que aceptes ser mía por seis meses, quiero que trabajes para mí, no seas tonta, ambos obtenemos lo que quere