ANELYS
No comprendo cuál es el punto para que me ponga esta clase de vestido, entallado hasta el culo, con un escote provocativo que alza mis tetas, sin mangas y corto, más que elegante me siento como una puta, como…
—La mujer de la mafia.
Doy un respingo con la voz que golpea mi espalda. Tomo la plancha para el cabello y apunto hacia el hermano del tal Lenin, quien se dice mi cuñado.
—¿En serio Anelys? —enarca una ceja con diversión—. Si la gente de la orden ve que le apuntas a un hombre y más aún, a un Hoffman, con una plancha para el cabello, serías la burla y en ese caso creo que hasta yo aplaudiría al que te matara.