El contrato

Elle estaba sentada en la cocina ojeando una revista cuando entré.

 —Hola Elle.

 —Hola Sami. ¿Cómo te fue?

 —Bien, ya me quitó los puntos, me dio una semana más de reposo.

 —Perfecto. ¿Y cómo sientes la mano?

 —Bien creo… aunque algo adormecida. Quiero ver como la siento con el chelo.

 —Claro.

 —Vuelvo enseguida —me metí en la habitación y busqué el estuche de mi Müller. Era momento de saber si todo estaba intacto.

El miedo me estremeció. El sólo pensar en no ser capaz de tocar… me senté en la cama, acomodé mi instrumento entre mis piernas y descansé el mástil en mi pecho, tomé el arco, cerré los ojos y dejé que la música fluyera en mí. Elegí una sonata de

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