-¿No es más sencillo que me dejes dormir en tu sillón? ¿Despertarás a mi secretario para que venga por mí?-
-Es su trabajo, está acostumbrado.-
-Pero no quiero sacarlo de su casa a esta hora.-
-¿No quieres volver a la mansión?-
-No.-
-Es tu casa.-
-Pero no me gusta, no me siento cómodo ahí.-
-Así me sentía yo, pero no tenía otro lugar donde ir.- vivir en esa mansión era deprimente, evitaba dormir allí, llegar a esa casa, ser recibida por los sirvientes que le ignoraban no era fácil.
Por eso se acostumbró a realizar muchos turnos nocturnos, aunque fuese agotador, era triste llegar a esa mansión.
Se sentía como una gran prisión.
Le devolvió el celular y sacó frazadas del guardarropa.
Se las lanzó junto a una almohada.
-Puedes quedarte sólo por esta noche, no te cederé mi cama, así que tendrás que conformarte con ese sillón, le escribiré a tu secretario apenas me despierte.
-Gracias.-
Mauro no era de preocuparse por los horarios de descanso de los demás.
Llamaba a su asistente a veces de