Llevo todo el día encerrada, no he tenido el valor para enfrentar a mi padre, estoy muy arrepentida y sé que él ha estado haciendo lo mejor que puede, sé que a pesar del miedo y resentimiento que me tiene él me ama.
El estómago me ruge de hambre, así que me obligo a levantarme de la cama y bajar hasta la cocina, cuando entro puedo ver a Eve cocinando algo.
—Buenas tarde nana— suelto avergonzada.
—Creí que te dejarías morir de hambre— dice mientras se gira con un plato en sus manos y lo deposita en la mesa frente a mi— él está en su oficina, apenas y a salido, tienes que hablar con tu padre Liza y disculparte.
Asiento.
—Lo sé, lo haré después de comer.
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