Capítulo 3
Me di la vuelta y me fui sin mostrar ni un ápice de nostalgia.

En realidad, él debería saber que un anillo roto, por mucho que se repare, nunca queda sin grietas; igual que lo nuestro con Bruno: por mucho que lo intenten arreglar, no volverá a ser como antes.

Al día siguiente, faltaba un día para la ceremonia de vínculo.

Fui sola al ayuntamiento a tramitar la solicitud de salida de la Manada Relámpago.

El personal me informó que la solicitud entraría en vigor veinticuatro horas después y que entonces todos mis datos personales serían eliminados del registro de la manada.

Veinticuatro horas más tarde, embarqué en el crucero que me alejó y emprendí mi viaje hacia la libertad.

Para entonces, Bruno y Valeria deberían estar celebrando su ceremonia de vínculo.

Sentí un dolor punzante en el pecho; me mordí el labio y fui al hospital —este viaje por el mundo duraría un mes—; necesitaba asegurarme del estado de salud del bebé.

Por suerte, el niño que llevaba en mi vientre estaba sano.

El bebé, como si percibiera mi tristeza, se movió levemente dentro de mí.

Me llevé la mano al abdomen y noté una cálida sensación que me dio algo de consuelo en el fondo del alma.

No importaba: aunque no tuviera a Bruno, tenía a este niño.

El bebé me acompañaría siempre; no estaría sola.

Volví a la villa y encontré el salón lleno de bolsas de compras de todos los tamaños.

No hacía falta adivinar: eran regalos de Bruno para Valeria.

Valeria se pavoneaba frente a mí:

—Sofía, ¿Te parecen bonitos estos vestidos y joyas? ¡Bruno me las compró! —decía con orgullo—. ¿Por qué estás tan seria? ¿No te enfadas, verdad?

Bruno se rascó la cabeza con cierta incomodidad:

—Sofía, no lo malinterpretes, ¿no está cerca el cumpleaños de Valeria? Le preparé algunos regalos. Además, está embarazada y cuando crezca la barriga no le servirán las ropas antiguas, por eso compré más.

Jack gruñó con tono mordaz:

—¡Mientes! ¡El cumpleaños de Valeria es dentro de tres meses!

—Dentro de un mes, más te vale tener una buena excusa por tus tonterías recientes; si no, me negaré a hablar contigo para siempre.

—En la ceremonia de vínculo de mañana no puedes permitir que Valeria lleve ese vestido con ámbar rojo y perlas.

—Ese vestido era para Sofía; las mil una perlas cosidas simbolizan mil una memorias entre vosotros; ¡incluso recogisteis las perlas juntos de las ostras!

Aunque había decidido marcharme, el dolor me desgarraba; me costaba casi respirar —como si polvo de plata cubriera mis pulmones y me asfixiara.

Había imaginado mil veces ponerme aquel vestido y casarme con Bruno en la ceremonia de vínculo.

Jamás pensé que la que al final lo llevaría sería Valeria.

Respiré hondo y regresé a mi habitación para recoger las maletas.

Mañana era su ceremonia de vínculo, y también mi momento para irme.

A las ocho de la mañana siguiente, salí con la maleta; la villa estaba vacía.

En la mesa había una nota: «Asuntos de la manada, vuelvo por la noche; no esperes la cena».

Tomé un taxi y fui directamente al muelle.

El futuro prometía una vida sin engaños ni ocultamientos.

En el lugar de la ceremonia, Jack está inquieto y no deja de susurrarle a Bruno:

—Si Sofía se entera, te abandonará.

Bruno aprieta los labios, con un destello de culpa en la mirada.

—Sofía no me dejará; es huérfana, no tiene a dónde ir sin mí. Le prepararé una ceremonia aún más grandiosa; ella me ama, me perdonará —dice Bruno.

Jack no está de acuerdo:

—¡Cancela la ceremonia!

—Siento una inquietud, algo malo está por ocurrir.

En ese instante, suena el teléfono de Bruno. La voz angustiada de su asistente llega por el auricular:

—Alfa, ¡ha pasado algo! ¡Un tsunami ha hundido un crucero con mil pasajeros!

—¿Qué tiene que ver eso conmigo? —responde Bruno, incrédulo.

—Las cámaras del muelle muestran a Sofía subiendo a ese crucero.

—También hemos encontrado su solicitud de salida de la manada y la reserva del billete.

—¿Qué? —el rostro de Bruno cambia por completo; comprende lo que significan esas palabras: que yo podría estar muerta.

Abre el teléfono y ve las noticias en directo: los restos del crucero arrastrados por el tsunami.

Los equipos de búsqueda y rescate no pueden acercarse.
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