Me desperté luchando por respirar.
El agua escurría por mi rostro y tardé un poco en entender que alguien me había arrojado agua encima.
Todavía tenía las manos atadas detrás de la espalda y lo que mis ojos me permitieron ver fue una oscuridad atenuada por una bombilla que pendía en mitad de una habitación deplorable. El olor a humedad y musgo lo impregnaba todo. El agua estaba helada y un escalofrío me sacudió.
Alguien me haló del brazo y me sentó en alguna parte. Me sentía un poco mareada y con hambre.
El rostro de la pelirroja que me había golpeado antes apareció frente a mí después de que había su