De reclusa a Amante; El romance prohibido con un Doctor
De reclusa a Amante; El romance prohibido con un Doctor
Por: Ada
Capitulo uno

 noche aquí es horrible; el piso está húmedo y el frío es letal, ni hablar de la comida que es una porquería. La mujer que me abofeteó horas antes de ingresar a la celda se me acercó y me susurró que, por no hablar, solo recibiría una comida al día.

Me encuentro en esta celda después de autoincriminarme. Mi tío estaba golpeándome y mi madre salió en mi defensa. Lo asesiné a sangre fría. Cuando llegaron los policías, decidí culparme ya que mi madre es de edad avanzada.

Llegó la hora de la gran comida, que consistió solo en arroz blanco sin pizca de sal. No lo comí, simplemente lo aparté a un lado. Pero luego el hambre se apoderó de mí y mi estómago pedía comida como loco; finalmente, terminé comiendo ese arroz simple.

Tres días después, todo ha sido de mal en peor. La misma policía jodiendo la vida, trayéndome arroz insípido. Mientras estoy recostada en mi cama mirando al techo (bueno, es más como un palo muy duro que me hace doler la espalda), un guardia se acerca y golpea la celda con su bolillo.

—¡Reclusa, tienes cita con tu abogado!

—Pero no tengo uno, señor.

—Ándate y no me hagas perder la poca paciencia que tengo —me mira molesto, abre el candado, me pone las esposas y me lleva a un pequeño cuarto donde hay un hombre de unos 42 años sosteniendo unos papeles.

—Tienes media hora —dice el guardia cerrando la puerta.

—Lara Padilla, 18 años. Dime, ¿realmente fuiste tú quien asesinó al señor Padilla? —pregunta, mirándome atentamente.

Solo guardé silencio mientras observaba sus manos. No podía hablar. No puedo decir que fue mi madre; no quiero que pase los últimos días de su vida tras las rejas. Él siguió haciéndome varias preguntas, pero yo seguía ignorándolo.

—Pasado mañana tendrás cita en el juicio. Soy tu abogado. Sea bueno o malo lo que hayas hecho, estoy aquí para ayudarte.

Sus palabras no me animaron; solo provocaron que dos lágrimas recorrieran mis mejillas. Intenté hablar, pero mi voz se entrecortó y lo único que se me escapó de la boca fue: "Sí, lo hice". Él tragó en seco mientras apuntaba en su libreta lo que le dije.

—Está bien —me puso la mano en el hombro y suspiró—. No pasa nada. No eres la primera ni la última persona que asesina a alguien.

—El tiempo se acabó —dijo el guardia levantándome del brazo. Miré al abogado y él me sonrió amablemente.

Otra vez en esta m*****a celda, me tiré de golpe al piso mientras me golpeaba la cabeza contra la pared. No sé cómo está pasando esto. ¡Dios, ayúdame!

—Cuidado, te harás daño —una voz masculina me hizo voltear de inmediato.

—¿Estás asustada? —su voz era fría y serena, transmitía paz.

—No, no lo estoy —le respondí, chasqueando los labios. ¿Pero qué hace sin camisa? Notó mi incomodidad y luego se puso un suéter gris. ¡Qué chico más guapo!

—Es normal el primer día —se sentó en el suelo y me clavó la mirada.

Sus ojos eran celestes, tanto que parecían de un ángel. ¿Qué estoy diciendo? Si está preso es porque hizo algo malo.

—Y dime, ¿cómo te llamas? —me preguntó.

Lo ignoré y me recogí el cabello. Él siguió mirándome y de repente soltó una carcajada. Lo miré y de inmediato dejó de reír.

—Pareces un "burrito" —me dijo y luego acomodó su cabello rubio y lacio.

Está completamente loco, y ni siquiera ha recibido su sentencia.

Ya es de noche. El chico que está frente a mí está sentado mirando al techo. Gracias a Dios no me ha vuelto a hablar. El sueño se apodera de mí; intento dormir un poco pero luego escucho susurros y me levanto rápido. Esos susurros provienen de la celda de aquel chico.

—¿Entonces, ¿mañana salgo? —pregunta él.

—Sí, señor. Su padre ya pagó para que lo saquen. Solo falta poner su firma y listo —dice el guardia.

¿Qué es esto? ¿Soborno? Me pregunto con intriga.

Ya es de día y no dormí nada por estar pendiente de la salida del chico. Por suerte, ellos no se percataron de mi presencia anoche mientras escuchaba su conversación.

—Qué ojos rojos tienes, niña —me dice el chico con voz ronca. Lo ignoro.

—Ya sé todo de ti. Estás aquí porque mataste. Quien te ve, eres una pequeña diabla —se ríe.

—Cuida tus palabras —le respondo con rabia.

—Está bien, leoncita —dice con voz burlona.

El guardia nos interrumpe entrando y saca sus llaves para abrir la celda del chico burlón. Él sale estirando los brazos mientras me mira y se acerca a mi celda.

—Nos vemos, como te llames, ya que no me quisiste dar tu nombre —da media vuelta y camina sobre sus talones, marchándose de esta m*****a celda donde solo hay oscuridad, soledad y tristeza.

Otra vez sola. Por lo menos él me hizo enojar y me acompañó todo un día. Además, es bastante lindo el malvado. Sus ojos celestes son perfectos para mi gusto, pero no, no y no. ¿Qué hago? Él debe ser un criminal, o violador, o quizás ladrón. Retiro lo dicho de que es perfecto para mi gusto.

—Reclusa, levántate hoy tienes cita en el juicio—avisa el guardia.

Ya estamos en el juzgado, tengo tanto miedo, de testigos tengo a mi ex novio y A mamá, mi ex afirmó y contó de que yo soy una buena persona y que no merecía ser acusada por criminal. Mientras que mamá intento decir que ella había matado a mi tío, pero yo le hice seña de que guardara silencio, así que ella asiento levemente, lo cual me dejó tranquila, mire por todos lados buscando a el abogado que había hablado con migo pero no lo vi, al parecer no se presento en el juicio.

El juez me preguntó que si tenía algo que decir pero lo único que dije fue que yo era culpable de aquel asesinato en su totalidad.

Por lo tanto Un juzgado penal de esta capital me condenó a más de 5 años de prisión por asesinato, La oficina de prensa de la Fiscalía informó que se trata de Lara Padilla, joven de 18 años, responsable de homicidio, muchos periodistas, intentaron sacarme información, me hacían Miles de preguntas como.

''¿Porque lo asesino?''

''¿Díganos su motivo para llegar a ocasionar semejante crimen?''

Me sentía asfixiada, pero en el fondo por qué mi madre estaría bien y libre de cargos. Soy llevada a una cárcel de mujeres que queda en la ciudad ya que en el pueblo donde vivimos no las hay, al entrar me revisan me hacen exámenes y luego me dan mi uniforme, es algo grande de color zanahoria.

—Bienvenida a tu castillo princesita—Me dice una guardia de seguridad.

Me entran en una celda dónde hay 3 mujeres, una morena, otra rubia tatuada y una señora bastante mayor quien sostiene una biblia en sus manos. todas me miran de reojo, pero la rubia tatuada se acerca a mi.

—Que hermosa eres nena—Me agarra las nalgas y yo retiro sus manos de estás.

—Déjame, por favor—Le digo.

—Ay, mi Reyna tienes que atenerte a esto, deja ya de chillar y compláceme—Ella me guiña un ojo y lame sus labios.

—No, no me gustan las chicas—le respondo asustada.

—Bueno, a mi tampoco me gustaban pero el mundo da tantas vueltas.

—Andrea ya déjala—Le dice la señora que sostiene la biblia, luego La rubia se separa de mi pero sin quitar sus ojos azulados de mi.

—¿Y dinos que hiciste para estar en este Maldito lugar?—Pregunta la morena, cruzada de brazos.

—Asesine a mi tío—le respondo hundiendo mi cabeza contra mis rodillas mientras lloro.

—No llores, es normal—Me dice la rubia.

Ya ha pasado 1 año desde que ingresé aquí, y en los cuales mi madre no ha venido a visitarme, y eso me lastima  el corazón, las chicas se han vuelto amables con Migo, la rubia sigue intentando robar mi corazón, la morena pasa peinando su cabello crespo y la señora me da estudios bíblicos, bueno algo que sí quiero resaltar es su apoyo, sus palabras todo.

5 Años después.

Ya hoy cumplo mi condena,  todo fue horrible hubo momentos buenos y otros malos pero así es la vida en la cárcel, baje mucho de peso ya que las comidas eran un asco nada para mí preferencia, al principio me caía mal en el estómago, pero luego me acostumbre.

Bueno la chica morena salió un año después de que yo ingresara debido a su buen comportamiento, la rubia todavía paga su condena, y la señora de la biblia bueno ella, ella murió. Cada vez. que me acuerdo en la forma en que murió mi respiración se corta en serio era una buena mujer y lo peor de todo es que nunca se quiso defender. Seco mis lágrimas y miro a mi derecha y una guardia me entrega mis pertenencias, con una sonrisa en sus labios.

—Lara, felicidades eras de mis favoritas.

—Gracias, señora Camila la extrañaré—Tomo mis cosas y salgo del lugar tomando un bocado de aire y grito por fin libre...

—¡Lara!—Volteo ante el llamado y hay está mi madre bella, sonriéndome mientras me extiende sus brazos.

—Madre—la abrazo y ella solloza en mi cuello.

—Pe-perdóname hija, yo soy una mala madre—Exclamo entre un mar de lágrimas.

—¿Dime madre, porque nunca me visitaste?

—Hija, no podía lo siento, mira—Me muestra un contrato—Estoy trabajando para una familia.

—Y eso que tiene que ver madre, ¿acaso estas fija?

—Si, lo siento Lara, hija esa familia no sabe sobre tu estadía en la cárcel, les mentí diciendo que tú estudiabas en el extranjero.

—¡¿Acaso te avergüenzas de mi?!.

—No es momento de platicar hija, el joven Milton viene a recogernos en media hora.

—Mamá no, no puedo ir contigo, yo trabajaré y pagaré un arriendo.

Ella me toma de la mano y me lleva hasta la carretera, algo lejos de la cárcel, mientras caminamos ella no se está quieta la noto preocupada, me zafó de su agarre y la hago mirarme a los ojos.

—¿Qué ocurre?—Le pregunto.

—Nada hija, mira—señala un auto blanco—ese es el auto del joven Milton.

De inmediato aquel auto blanco, se acerca a nosotras, y lentamente los vidrios se bajan dejando ver un chico.

¡Espera! ese tatuaje de calavera en su brazo, es... es aquel chico de la cárcel, lo recuerdo perfectamente, pero, ¿Qué pasa? como es que el... detengo mis pensamientos debido a que el habla.

su voz es bastante severa y fría a la vez.

—Señora luz, buenos días.

—Hola, joven Milton.

—¿Esta, es su hija?—arquea una ceja y me mira fijamente

—Si es ella, su nombre es Lara, saluda hija.

No lo salude, solo guarde silencio ya que estaba anonada ante aquel recuerdo en la cárcel.

—¡Saluda hija!—Repitió regañando.

—Hola señor—extiendo mi mano y el la toma, su agarre es fuerte y cálido, sus manos arropan mis pequeñas manos y eso me intimida un poco.

—Adelante suban—añadió el esbozando una ligera sonrisa

Ya vamos en el auto y ese chico no deja de verme por el retrovisor, yo trato de no verlo pero mis malditos ojos me obligan a verlo, luego de algunos 40 minutos el auto se detiene por completo.

—Llegamos—el baja primero y luego nos abre la puerta le ofreció su mano a mamá y luego a mi.

—Gra-gracias señor—le digo nerviosa.

—Hija ven te presentaré—me toma del brazo, miro por encima de mi hombro y el me queda viendo, No sé que le pasa a este.

Entramos a la casa es algo grande es una casa estilo Villa moderna, las paredes son color blanco y los bordes amarillo, en la entrada están dos leones de monumento también hay muchas plantas, flores todo es hermoso aquí, se respira paz y armonía. en el suelo hay una alfombra roja muy larga la cual nos dirige hacia unas puertas doradas. definitivamente esto es genial.

Una mujer blanca de ojos celestes abre la puerta y abraza a mamá y luego me sonríe a mi y me dice: ¿Tu eres Lara?.

—Si señora, ella me abraza sin más ni menos.

—Hijo mira es hermosa, ¿verdad?

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