ALEX
—Te has olvidado de mí este fin de semana. No empieces a parecerte a tu padre.
Si abro la boca ahora mismo, voy a darle una mala contestación. No soy como mi padre. Piso el acelerador hasta el pequeño edificio blanco en una urbanización privada. Retraído para que nadie nos vea entrar y sospeche que alguien de esta familia tiene un problema con la bebida.
—Quiero volver a mi casa —musita mientras esperamos en la recepción—. No necesito esto. Mis problemas me lo crea tu padre y esa zorrita.
—Y el alcohol. Así que si quieres volver deja de beber. Hazlo por Denver aunque sea.
Hunde los hombros. Gira la cabeza para mirar por el pasillo y vuelve a mirarme.
—¿Cómo está? —pregunta.
—Bien. Tenía clases de conducir.
—Ah. ¿Va a venir a verme?
—Cuando dejes de beber.
Vuelve a suspirar. El terapeuta doctor o lo que sea, asoma la cabeza por una puerta y le hace un gesto a través de sus gafas de pasta verdes. Pasa aquí cuatro horas cada tarde. Horas que tengo para hacer otras cosas.
En casa, Gl