Antonio me corrigió: —No te la pido, solo es un préstamo temporal. 5 millones de renta es bastante generoso, no pierdes nada.
Lo miré fijamente y después de un momento, sonreí burlonamente.
Antonio, con mala cara, preguntó: —¿De qué te ríes?
Contuve mi risa con dificultad y exclamé con súbita comprensión: —Y yo que pensaba que tu generosa oferta de prestarle 5 millones a Andrés a mi nombre era solo para quedar bien con ambos... pero en realidad me estabas tendiendo una trampa.
Menos mal que no caí, o ahora estaría a tu merced por el dinero.
Seguí riendo, pero con el corazón destrozado.
Antonio, sombrío, murmuró: —María, lo malinterpretas... sí 5 millones no te parece suficiente, puedo prestarte 30 millones para que le pagues a Lucas y te alejes de él definitivamente.
Me reí hasta las lágrimas, tomé un par de pañuelos para secarme los ojos y respondí sin dudar: —No, gracias. Tu dinero me da mala espina. Además, si no fuera porque protegiste a Isabel inflando el precio de la pulsera, yo