Me quedé sin palabras. Por suerte él no lo hizo, de lo contrario ya no podría mostrar la cara ante Mauro en la empresa. A menos que consiga un nuevo gerente profesional.
Pensando en esto, murmuré con arrepentimiento: "Mejor ni te lo hubiera contado, total, tampoco era tan seguro que volviéramos a encontrar a tu amigo, al fin y al cabo tú ni siquiera lo sabrías..."
— ¿Qué dijiste?
— Dije que finalmente descubrí tu único defecto —lo miré fijamente, pronunciando cada palabra con claridad para provocarlo—: ¡Eres celoso y rencoroso!
Pero en lugar de enojarse, él sonrió con generosidad: — Tengo bastantes defectos, los irás descubriendo poco a poco.
— Entonces mejor dímelos de una vez para evitar problemas.
— Je, ni lo sueñes.
Nuestra infantil discusión terminó siendo tan ridícula que ni nosotros mismos pudimos seguir aguantándola.
— Mejor te llevo a casa —dijo Lucas, cambiando el tema—. Mañana iremos directo a ver el auto y luego te llevaré a la oficina.
Ya había acordado eso por teléfono, a