Me quedé atónita, mirándolo con los ojos muy abiertos.
Se apresuró a aclarar —No me malinterpretes, solo pienso que ese apartamento alquilado es muy poco para ti, y también para Puppy, que apenas tiene espacio para moverse.
—Qué considerado eres, hasta te preocupas por mi perro —lo miré de reojo, conteniendo una sonrisa aunque por dentro estaba feliz.
Qué novio tan increíble.
Lucas notó mi sonrisa reprimida y se animó, tomando mi mano y acariciándola suavemente con su pulgar.
—Es natural, tu perro es muy amable conmigo, así que debo pensar en su bienestar también.
Después de decir esto en tono cariñoso, su mirada se volvió más tierna e intensa, y preguntó nuevamente —¿Qué dices? Si te gusta, múdate aquí. Te prometo que no me propasaré, te respetaré completamente hasta que me aceptes del todo, ¿sí?
Su tono, entre persuasivo y mimoso, me resultaba difícil de resistir.
Pero aún dudaba.
Por un lado, sentía que mudarme aquí significaba entregarme por completo. Siendo un hombre y una mujer s