Capítulo 23
—Sí —contesté, sin atreverme a mirarlo a los ojos.

Rosa, a mi lado, me observaba con una mirada curiosa y sugerente, como si también notara que algo no era normal.

—Por favor, señor Montero, levante los brazos a la altura de los hombros —pedí cortésmente, tomando una cinta métrica más larga.

Lucas se paró frente a mí. Al rodearle, me di cuenta de que medía casi 1.90m.

Por suerte yo mido 1.72m; si fuera más baja quedaría ridícula, tendría que subirme a un banco para medirlo.

Él cooperaba bien y pude medirle fácilmente la parte superior. Al llegar a la cintura y cadera, dudé. ¿Debía abrazarlo por delante o por detrás?

Curiosamente, las mujeres que antes charlaban y reían animadamente, ahora guardaban absoluto silencio, con todos los ojos fijos en nosotros.

Me puse nerviosa de repente, sintiendo las orejas arder y quizás enrojecer.

—¿Pasa algo, señorita Navarro? —notó Lucas mi vacilación.

—Oh, no... es que es muy alto —solté sin pensar.

—¿Quiere que me agache?

—¡No, no, no hace falta! —me
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