*—Damien:
Después de almorzar solo y de aligerar un poco su mente, Damien regresó a su apartamento. Eran cerca de las seis y debía de alistarse para trabajar. Cuando entró en su plaza, escuchó a Layonel cantando y venía desde el cuarto de baño para invitados. Al acercarse, notó que Layonel había dejado la puerta entreabierta mientras se duchaba y por eso se había estado escuchando su voz. A veces el chico dejaba la puerta entreabierta porque Benito era bastante intenso y si no le dejaban pasar maullaba como si estuviera muriendo.
Damien se quedó mirando hacia dentro del cuarto de baño. En dirección a la puerta estaba la ducha y Layonel estaba de espaldas. Por el cristal algo empañado de la ducha, pudo ver su esbelto cuerpo y su vista se enfocó en su redondeado trasero. Siempre le había encantado su cuerpo y su generoso culo, las veces que se imaginó a sí mismo apartando sus mejillas y deslizando su polla en su rosado ano fueron muchas.
Sus manos se movían y Damien notó que el chico