Erick Stoeber
Para ser un domingo la playa está muy desierta, aunque me gusta más así. Camino con Frank y dos de sus amigas. Iremos a un restaurant cercano para comer algo y luego llevarlas a sus hogares. Marc ha tenido que viajar a México y hasta el viernes no regresa.
Una de las chicas no ha dejado de mirarme y no se ve nada mal. Quizás más tarde la lleve a otro lado. Tengo días que no beso ni acaricio una mujer... aunque alguien se encargó de masturbarme en mi coche.
—¿Eres casado o que? —pregunta la pelirroja mordiendo su uña índice.
—No, soltero —digo abriendo la puerta del restaurante y ella entra. Miro hacia atrás y Frank aún viene retrasado.
—Perdone, ¿hicieron reserva? —pregunta una chica amable.
—No —digo y ella nos guía a una mesa.
—¿Vienen solos? —pregunta.
—No, vienen dos más —digo sentando