—Lo lograron.
Jeorg y Yaroit contemplaron, él con desidia, ella con confusión, el agujero lleno de tierra carbonizada que les daba la bienvenida, en un claro en medio de la selva. Algunas armas y objetos humanos todavía permanecían tirados por los alrededores, un olor a ceniza impregnaba el aire.
Hombre y chica descendieron con sus auras refulgiendo a su alrededor, como si de dos llamas se tratase. Cuando llegaron a tierra, justo al borde del agujero, Jeorg se agachó y tocó el suelo carbonizado, cubierto por una mezcla de ceniza, restos de la nave y vegetación muerta. Con algo de nostalgia deslizó entre sus dedos un vestigio metálico de lo que alguna vez fue una nave Daoslediana.
<<Es el precio a pagar>> pensó, apenas sus dedos sintieron la textura áspera. ¿Era un precio justo?
—No entiendo Jeorg. —Al escuchar a Yaroit, se puso de pie, Sus bot