03// La americana

Dante despertó y fue al baño, encendió la llave de la ducha, se quitó el boxer y se metió en ella. El agua empezó a golpear su cuerpo desnudo, mojándole completamente. Cuando acabó, enredó una toalla en su cintura y salió del cuarto baño. Fue hasta su clóset y escogió un traje color gris oscuro y camisa negra. Cuando ya estaba arreglado salió de allí, al llegar al salón, su hermano estaba ya sentado tomándose un café.

—Buenos días. — saludó el rubio. —¿Cuando te has despertado? — preguntó mirando su reloj.

—Hace un rato, he bajado hace 10 minutos. — respondió. —Sergey, hoy no viene, está enfermo.

—¿Enfermo? — dijo extrañado. —Vaya, estará enfermo de tanto follar.

—Probablemente. — este asintió.

Los hermanos, salieron de la mansión y montaron en el auto de Dante, el ruso arrancó y salió de allí. Rumbo al trabajo, Dante estaba concentrado en la carrera y Dimitri en su móvil. 

Cuando llegaron al edificio, los rusos salieron del coche y entraron al interior del lugar. Las chicas, al verlos babeaban por ellos, pero ni Dante, ni Dimitri las ponía atención. Subieron al ascensor y Dante pasó la tarjeta y el ascensor cerró sus puertas y subieron hasta la planta. Cuando el ascensor llegó, ambos bajaron de él.

—Bueno, yo me voy a mi puesto de trabajo. — Dante asintió.

Dante entró a su oficina sin ni siquiera saludar a su secretaria, se quitó la chaqueta y la puso en el perchero, encendió el ordenador y se sentó.

Dante era demasiado serio, macabro y egocéntrico. No era amable con nadie, solo con su familia y amigos.

Dos toques en la puerta, Dante miró y por ella entró su secretaria, la chica cerró la puerta y se acercó.

—Señor, tiene dos reuniones. — Dante la puso atención. —A las 11:00, tiene una videoconferencia con Thomas Spears y a la 13:00, tiene una comida con el señor Antón Corleone.

—Gracias, puedes retirarte. — dijo serio, la chica salió de allí, huyendo más bien.

Dante, se había levantado con un humor de perros, siempre se levantaba así, desde que fue plantado. Había quedado con Antón, era su amigo, pero no podía decir nada. Ya que en su vida, todo es peligroso. Necesitaba hablar con él, tenía que saber algo de Danielle. Tal vez le dejó plantado, Pero él, realmente se preocupaba por ella y no sabía porque aún se preocupaba. Pero aunque Dante lo negara, seguía teniendo sentimientos por ella.

Miró su reloj y puso el portátil en frente de él y lo encendió. En poco minutos tenía la videoconferencia con Thomas, un empresario rico de Eslovenia, un hombre que quería asociarse con el ruso. El ordenador, dio el aviso de la llamada y Dante contestó.

—Buenos días, Thomas. — saludó el ruso, serio y responsable.

—Buenos días, señor Ivanov. — Respondió. —No sé si mi oferta le interesó.

—Leí su oferta y me gustó, acepto tener mis bancos en Eslovenia. — hombre sonrió.

Durante la reunión hablaban de sus bancos, de cuánto iba a ganar, donde estaría ubicada. 2 horas de reunión y Dante estaba más que satisfecho. Para Dante, sus bancos eran importantes y quería que fueran reconocidos.

Cogió su chaqueta y salió de allí, tenía que ir al restaurante donde había quedado con su amigo. Salió de su oficina sin decir nada, fue directo al ascensor, entró y las puertas se cerraron.

En el restaurante, Dante esperaba sentado en la mesa a Antón, ya había pedido una botella de vino, se sirvió y bebió un sorbo.

Antón poco después llegó, abrazó a Dante y se sentó frente a él.

—¿Cómo estás? — preguntó el ruso. —¿Qué hay de tu vida? 

—Muy bien, ¿Y tú? — tomó un poco de vino.

—Pues como siempre, trabajo y más trabajo. — respondió. —¿Tú mujer cómo está? 

—Cada vez más guapa, está embarazada. — Dante abrió sus ojos y sonrió.

—¿¡Enserio!? No sabes cómo me alegro. — sonrió.

—Si, ¿Quieres saberlo? — Dante arrugó su ceño y asintió. —Su último movimiento fue aquí, ella a regresado a Moscú, pero no sola. Regresó con un hombre. — Dante mordió su labio inferior.

—Era de esperarse, ella me abandonó por otro. — dijo con los dientes apretados. 

—Sé que aún la amas. — Dante negó. —A mí no me puedes mentir, te conozco.

—Me da rabia, que...¡Dios! — gruñó.

—Tranquilo, ella le es infiel a ese hombre. — Dante sonrió sin gracia, Danielle para fácil de follar.

—Anton deja de seguirla, Danielle quedará en el pasado, se acabó. — Antón asintió.

—Como digas...

***************************

Eli y Abby, se arreglaban para ir a comer. Eli se puso un vaquero, botas altas hasta las rodillas, jersey de cuello alto, bufanda y abrigo. El restaurante no estaba muy lejos, como a unos 10 minutos caminando. Cuando estuvieron arreglada, salió de su habitación, Abby estaba bebiendo un vaso de agua.

—Estaba sedienta. — Eli sonrió. —¿Te has tomado la pastilla? 

—Si, tranquila. Ahora vamos, muero de hambre. — cogieron su bolso y salieron del departamento.

Abby puso la ubicación en G****e Maps, la dirección del local. Hacía frío y la nieve las impedía un poco caminar, pero lo hermoso que era la ciudad vestida de blanco.

—¿A cuánto estamos? — preguntó mirando hacia el suelo. 

—5 minutos, según ésto. — respondió y la chica asintió.

Después de 5 minutos, el restaurante en frente de ellas, tenían que cruzar la carretera. Abby guardó su móvil en el bolso. El restaurante era elegante y con toques dorados.

Eli estaba sumergida mirando su móvil, que sin darse cuenta y de un momento a otro, chocó con un cuerpo duro y fuerte. Ella cayó al suelo y maldijo, se miró las manos y se limpió.

El chico se quedó embobado, ella era castaña con el pelo largo y liso, de 1,65 y cuerpo con curvas. Era hermosa y eso ya lo sabía sin verla bien la cara.

—Lo siento mucho. — dijo una voz ronca y varonil, ella levantó la mirada y de quedó petrificada. Un hombre rubio, de ojos azules como el cielo, fuerte, de un 1,80 de altura estaba frente a ella ofreciéndola la mano.

—No se preocupe. — ella sujetó su mano y con la ayuda del hombre se levantó del suelo. —Suelo ser un poco patosa. — él sonrió.

—Dante Ivanov. — ofreció su mano, pero está vez como presentación

—Eli... Elisabeth Watson. — dijo tartamudeando y él mordió su labio.

«Hermoso nombre.» pensó él ruso.

—¿Eres americana? — ella asintió.

—Vinimos de vacaciones, ella es Abby. — ellos estrecharon su mano.

—Pues bienvenidas a Rusia. 

—Gracias. — ellas se fueron hasta el interior del restaurante y Dante fue hasta su auto.

Su escolta estaba ahí y él se acercó.

—Investigala. — ordenó.

—Si, señor. — el ruso entró en su auto y salió de allí.

—Seras mía, Eli, solamente mía...

****************

Las chicas, ya habían ordenado su comida y ya estaban comiendo. Eli estaba pensando en ese hombre con el que chocó, jamás imaginó que ese ruso fuera tan atractivo y hermoso. Esa carita varonil con un poco de barba y en esos ojos azules. 

—Era guapo, ¿Verdad? — dijo su amiga burlona. — Tal vez se crucen de nuevo.

—Solo le ofrecería mi amistad, no podría tener nada Slserio con el, Abby, moriré. — Abby sintió su corazón romperse.

—No digas eso...

—Es la verdad, Abby. Jamás sabré que es el amor, jamás sabré lo que es embarazarte y sentir tu hijo crecer, tenerlo en tus brazos y que me llame mamá. — Abby soltó sus lágrimas. —Jamás sabré lo que es vestirse de blanco, nada de eso.

—Tienes que sentir fe. — Eli negó.

—La fe, ya la he perdido...

**************

En la mansión, el ruso estaba en su despacho con una copa en la mano. Caminaba por el cuarto pensando en ella. Después de lo de Danielle, no se volvió a interesar por una mujer, pero esa americana se le metió muy adentro.

La puerta del despacho se abrió y Dante miró.

—¿Qué haces dando vueltas como si fuieses un pato mareado? — Preguntó Dimitri mirando a su hermano.

—Que mierdas que te importa. — gruñó y Dimitri arrugó su ceño. —Perdona, estoy algo confuso.

—¿Tú confuso? No, eso es porque tienes fiebre. — ironizó y Dante le miró. —Es coña, ¿Por qué estás así?

—Sali del restaurante y sin querer choque con una chica. — Dimitri levantó su ceja con una sonrisa en sus labios. —No me mires así, la chica no es de aquí, es americana 

—¿Y...? Como si es Latina, si te ha gustado a por ella. — Dante negó.

—Es hermosa y la quiero en mi cama, que sea mía. — el hermano ya se puso serio, ya vio lo que planteaba la cabeza de su hermano. —La secuestrare.

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